Y tú ¿quién eres?
Estoy leyendo un libro de Eduardo Punset. Hoy en día todo el mundo conoce a Eduardo Punset, gran divulgador científico que dedica gran parte de su vida a la indagación y divulgación de los últimos avances cintíficos y tecnológicos, intentando relacionarlos entre sí para lograr una integración de todos ellos con la finalidad de que sirvan para responder a las verdaderas necesidades de todo ser humano, de las cuales una las engloba a todas: la felicidad.
El libro se titula Cara a cara con la vida, la mente y el Universo, conversaciones con los grandes científicos de nuestro tiempo. Fué escrito en 2004, y la edición que estoy leyendo es de 2005, del Círculo de Lectores.
Me parece magnífica la labor de Eduardo como divulgador de estos conocimientos, además de sus otras facetas en el mundo de la política y la economía, especialidad en la que es máster por la Universidad de Londres. Se licenció también en Derecho por la Universidad de Madrid. Podéis leer su biografía en su blog.
A través de la lectura de sus libros y las veces que veo su programa de televisión Redes, me da la impresión de que busca en las conversaciones con los científicos un atisbo de cambio de postura que contemple al ser humano como algo más que células, átomos, reacciones químicas y complejos mecanismos que originan energías, pero me doy cuenta de que todavía hay reticencias a considerar al ser humano como algo mucho más trascendente, más sencillo y fácil de comprender: como una energía que utiliza la materia para expresarse y desarrollarse en un mundo material como éste.
Buscan los científicos el origen de las habilidades humanas en las etapas del desarrollo del cerebro, en si las necesidades del hombre o de las demás especies fueron las que originaron los cambios y avances, mostrando su perplejidad por las peculiaridades que se evidencian en el caso de la especie humana. Para conciliar sus inteligencias buscan causas hipotéticas que puedan encajar en los efectos que se observan, y sin embargo parece que descarten, de entrada, la explicación más sencilla.
¿Que pasará cuando se demuestre que el ser humano, y tal vez los demás seres vivos del planeta, son ante todo energía? ¿Y que, como todos sabemos ya, la energía no se destruye? ¿Somos realmente de este mundo, o fuimos trasplantados en él por algún motivo hace sesenta millones de años?
Se investigan los sueños, la psicología humana, el mundo de las emociones, se llega a la conclusión de que la conciencia transforma la materia... falta muy poco para que se dé el paso de aceptar que todo es energía, incluso nosotros, y que somos entidades energéticas en desarrollo, con potencialidades latentes sólo aceptadas en las fábulas y mitologías, pero que algunos seres humanos han experimentado a lo largo de nuestra historia. Algunas de estas potencialidades ya se estudian en laboratorios y sus conclusiones no son divulgadas en los medios masivos. Tal vez no convenga todavía, en opinión de los que tienen el poder de decidir en estas cosas.
En todo caso, esta es mi opinión, basada en lo que mi sentimiento y mi intuición ven como más razonable tras haber escuchado lo que sobre el tema dicen y han dicho los que han destacado a lo largo de la Historia de la Humanidad.
El libro se titula Cara a cara con la vida, la mente y el Universo, conversaciones con los grandes científicos de nuestro tiempo. Fué escrito en 2004, y la edición que estoy leyendo es de 2005, del Círculo de Lectores.
Me parece magnífica la labor de Eduardo como divulgador de estos conocimientos, además de sus otras facetas en el mundo de la política y la economía, especialidad en la que es máster por la Universidad de Londres. Se licenció también en Derecho por la Universidad de Madrid. Podéis leer su biografía en su blog.
A través de la lectura de sus libros y las veces que veo su programa de televisión Redes, me da la impresión de que busca en las conversaciones con los científicos un atisbo de cambio de postura que contemple al ser humano como algo más que células, átomos, reacciones químicas y complejos mecanismos que originan energías, pero me doy cuenta de que todavía hay reticencias a considerar al ser humano como algo mucho más trascendente, más sencillo y fácil de comprender: como una energía que utiliza la materia para expresarse y desarrollarse en un mundo material como éste.
Buscan los científicos el origen de las habilidades humanas en las etapas del desarrollo del cerebro, en si las necesidades del hombre o de las demás especies fueron las que originaron los cambios y avances, mostrando su perplejidad por las peculiaridades que se evidencian en el caso de la especie humana. Para conciliar sus inteligencias buscan causas hipotéticas que puedan encajar en los efectos que se observan, y sin embargo parece que descarten, de entrada, la explicación más sencilla.
¿Que pasará cuando se demuestre que el ser humano, y tal vez los demás seres vivos del planeta, son ante todo energía? ¿Y que, como todos sabemos ya, la energía no se destruye? ¿Somos realmente de este mundo, o fuimos trasplantados en él por algún motivo hace sesenta millones de años?
Se investigan los sueños, la psicología humana, el mundo de las emociones, se llega a la conclusión de que la conciencia transforma la materia... falta muy poco para que se dé el paso de aceptar que todo es energía, incluso nosotros, y que somos entidades energéticas en desarrollo, con potencialidades latentes sólo aceptadas en las fábulas y mitologías, pero que algunos seres humanos han experimentado a lo largo de nuestra historia. Algunas de estas potencialidades ya se estudian en laboratorios y sus conclusiones no son divulgadas en los medios masivos. Tal vez no convenga todavía, en opinión de los que tienen el poder de decidir en estas cosas.
En todo caso, esta es mi opinión, basada en lo que mi sentimiento y mi intuición ven como más razonable tras haber escuchado lo que sobre el tema dicen y han dicho los que han destacado a lo largo de la Historia de la Humanidad.
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