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martes, 11 de diciembre de 2007

Educación personal


Que no paramos de crecer, de aprender, resulta obvio. A poco que uno medite sobre ello, lo verá claro. Y de todo lo que podemos aprender, lo que más cuesta es el conocimiento de uno mismo.

Y no sólo me refiero a ser consciente de nuestras debilidades, de nuestros miedos, sino de ser conscientes también de nuestros valores y serlo constantemente.

Muchas veces, sin intención consciente de provocar daño, lo hacemos. Encontramos más divertido hablar de las posibles miserias de los demás que de sus virtudes, tal vez temiendo que las virtudes de los demás apaguen las nuestras. No nos damos cuenta de que con ello estamos quitando vida esas personas y a nosotros mismos.

Cuando uno está seguro de sus propios valores, no necesita hundir al otro para flotar sobre las miserias mundanas.

Un antiguo axioma, convertido en letra de canción, dice: "Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas."

Ahi va un cuentecito:

Las tres Rejas


Un joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice:

- Escucha maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia....

- ¡Espera! - lo interrumpe el filósofo - ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?

- ¿Las tres rejas?

- Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?

- No. Lo oí comentar a unos vecinos.

- Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?

- No, en realidad no. Al contrario....

- ¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?

- A decir verdad, no.

- Entonces -dijo el sabio sonriendo- si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un sabio fue visitado por un amigo que se puso a hablar mal de otro amigo del sabio, y éste le dijo: “Después de tanto tiempo, me visitas para cometer ante mí tres delitos: primero, procurando que odie a una persona a la que amaba; segundo, preocupándome con tus avisos y haciéndome perder la serenidad; y tercero, acusándote a ti mismo de calumniador y malediciente”.
La maledicencia, la calumnia y el
chisme son muchas veces nuestros aliados. En los medios de comunicación no falta la práctica de este desaconsejable "deporte".
¿Cuáles son los huecos que necesitamos llenar, y por qué razones lo hacemos de modo tan dañino y equivocado?
Me dejas un buen tema de reflexión...pensaré sobre mis razones:...cobardía, vanidad, inseguridad,envidia ..?
Gracias, es muy profundo el tema ...bucearé, ya te contaré lo que encuentro.
Te estás haciendo un experto transmitiendo tantas cosas ...a través de cuentos e historias...
Un abrazo