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lunes, 24 de marzo de 2008

Actitud positiva


Muchas madres me preguntan, en el transcurso de las charlas sobre prevención de la violencia escolar, qué pueden hacer con respecto a la educación de sus hijos. Naturalmente, las que preguntan esto es porque tienen algún problema concreto y puntual con ellos. Y lo que les suelo decir es que, ante todo, muestren y mantengan una actitud positiva.

La educación de los hijos es una faceta más, tal vez la más importante para la mayoría de las personas, de las vida. En realidad se trata de perpetuar en la especie los logros que se van logrando en lo relativo al comportamiento personal y social. Cuando una persona logra ser duño de sí mismo, de sus emociones, de sus pensamientos y logra un equilibrio existencial, esos logros es natural que se renueven y perpetuen en sus descendientes.

Parece claro, por lo tanto, que para ayudar a formar una personalidad equilibrada en nuestros hijos, antes debemos procurar tener equilibrada nuestra propia personalidad. Y el primer paso para logralo es mantener una actitud positiva.

Las ventajas de esta forma de ser las vemos cada día en los resultados que obtienen las personas que así lo hacen. Normalmente, pensamos que las personas son joviales y positivas porque todos les va bien. Y ¿no será que les va bien porque son positivas y joviales?

Esto se puede ver claramente en situaciones de gran sufrimiento o contrariedad, como puede ser un accidente o enfermedad. En la misma habitación de un hospital se puede ver dos personas que están convalecientes de la misma dolencia y, sin embargo, una mejora con más rapidez que la otra. Podría decirse que es debido a la constitución física, a las mejores defensas o a otros condicionamientos personales como la edad; sin embargo lo notorio es que la que mejora con más rapidez es la más jovial, la más dispuesta a luchar por su recuperación, la que mantiene una actitud positiva.

Y esa actitud es la que sirve de hilo sobre el que se ensartan las cuentas del collar de nuestra existencia. Dicho así suena muy poético, muy utópico y, sin embargo, es cierto. Para las personas cuyo natural no es la jovialidad ni el optimismo, resulta dificil mantener durante mucho tiempo la actitud positiva. Y es que incluso para eso se requiere de un mínimo de entrenamiento. Y una alimentación mental adecuada. La lectura de libros adecuados, de los denominados de autoayuda, son de gran utilidad, de la misma forma que lo son los de alimentación y vida sana.

Si queremos educar bien a nuestros hijos, tenemos que empezar a cuidar nuestras actitudes y hábitos. Nuestros hijos aprenden de nosotros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta como llegas a la raíz de los "problemas".Yo también creo que el ser positivo requiere mucho entrenamiento hasta que se convierta en hábito. Es necesario un esfuerzo de superación y una creencia interna en el poder de nuestros pensamientos. Todo este camino creo que tiene mucho que ver con la consecución de una "auténtica Soberania Personal":Ser dueño de uno mismo en muchos aspectos:físicos, emocionales mentales;conocernos y reconocernos diariamente nos lleva a una comprensión de lo que ocurre en nuestras vidas y eso nos puede ayudar a Ser positivos y a aceptar y superar lo que nos pasa.UUffff! casi da vértigo . NO ES NADA FÁCIL
...pero los pequeños logros que vamos haciendo , nos suben la autoestima a la categoría de "reyes, soberanos de nosotros mismos".
Por cierto me encanta como puede verse uno en el espejo...
Un beso leones.

Basseta dijo...

Las actitudes positivas de los padres son esenciales y los niños/as estarán pendientes de estas actitudes. Un caso muy frecuente en el que no siempre se adoptan actitudes positivas es el momento de afrontar las quejas de los maestros respecto a algún alumno en concreto.

Si un maestro pide mantener una reunión individual con un padre o una madre, puede ser por varios motivos (el niño/a se está rezagando, no se lleva bien con sus compañeros/as o se porta mal durante las clases), pero no hay que alarmarse, no hay que pensar que el maestro está juzgándonos como padres. Más bien debemos pensar que el maestro es nuestro aliado y necesita de nuestra ayuda para resolver el problema.

En mi opinión, en casos como estos, y antes de acudir a la reunión, los padres deben escuchar la versión de su hijo/a respecto a lo que está pasando y pedirle que le describa desde su punto de vista su relación con los maestros y sus compañeros.

Luego, durante la reunión, deberíamos mantener la mente abierta y escuchar a los maestros sin ideas preconcebidas. No debemos mantenernos a la defensiva por sistema, pues muchos niños son muy diferentes en la escuela que en casa. Debemos proporcionar información a los maestros respecto a nuestros hijos (lo que les motiva, lo que les gusta, lo que hacemos para corregir su comportamiento).

Lamentablemente, abundan las actitudes negativas y todos sabemos a donde conducen.