Cuentos Sufís
-Te concedo tres deseos por haberme sacado de mi encierro. ¿Cuál es tu primer deseo?
-Me gustaría que me hicieras lo bastante inteligente y claro como para hacer una elección perfecta de los otros dos deseos -dijo el pescador.
-Hecho -dijo el genio-, y ahora, ¿cuáles son tus otros dos deseos?
El pescador reflexionó un momento y dijo:
-Muchas gracias, no tengo más deseos.
Nasrudín conversaba con sus amigos en la casa de té y les contaba como había emprendido un largo viaje para encontrar a la mujer perfecta con quién casarse. Les decía:
-Viajé a Bagdad, después de un tiempo encontré a una mujer formidable, atenta, inteligente, culta de una gran personalidad.
Dijeron sus amigos:
-¿Por qué no te casaste con ella?
-No era completa, -respondió Nasrudín-, después fui a El Cairo, allí conocí a otra mujer ciertamente fabulosa; hermosa, sensible, delicada, cariñosa.
-¿Por qué no te casaste con ella?, dijeron los amigos.
-No era completa -respondió nuevamente Nasrudín-, entonces me fui a Samarcanda. Allí por fin encontré a la mujer de mis sueños; ingeniosa y creativa, hermosa e inteligente, sensible, culta, delicada y espiritual.
-¿Por qué no te casaste con ella? -insistieron sus amigos.
-¿Pues saben por qué? Ella también buscaba a un hombre perfecto.
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