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jueves, 2 de octubre de 2008

Educación para la Ciudadanía: la gota que colma el vaso


Ya estoy un poco cansado de todo el barullo y el ruido que están montando con el tema de EpC. No sé en qué terminará todo esto, pero me temo que no será nada bueno y que hay unas víctimas seguras: los alumnos y alumnas, nuestros hijos.

Y no es que vayan a sufrir grandes traumas por si lo dan en inglés o no: Los jóvenes, más que los adultos, son capaces de adaptarse a todo, y al final lo que les interesa es aprobar. Y es ahí donde tal vez les duela, porque en toda esta discusión entre docentes y administración -en la que pretenden que metamos baza los padres a favor de unos y otros- los contendientes se están olvidando de los usuarios del servicio que dispensan. Un servicio que está bajando su calidad de forma alarmante.

En realidad, la asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, (que así es como se titula), con ser una asignatura europea, es decir, que se imparte en toda Europa, y siendo una asignatura que pretende educar en civismo y en fundamentos democráticos, lo que la convierte en muy importante, tanto o más que las matemáticas o la lengua, se ha convertido -antes de nacer- en una asignatura de las llamadas "maria"; es decir: poco importante, sin trascendencia, de bulto. Menos, incluso que la religión.

Sin embargo, como en toda crisis, en este momento se evidencia la gran dolencia que aqueja a nuestro sistema de gobierno, a nuestros gobernantes y a la sociedad en general: la suficiente claridad de ideas como para distinguir que hay temas, entre ellos la Educación, que tenían que estar fuera de toda discusión política partidista. En que un gran pacto y consenso es básico para construir un Estado fuerte y capaz de afrontar los retos que se nos están echando encima. Y estoy hablando de retos que habrá que afrontar dentro de cuarenta o cincuenta años, como la superpoblación, la falta de recursos energéticos, la falta de alimentos y agua, etc.

Los que tengan que afrontar esos retos y decidir desde los puestos de poder y decisión habrán de ser personas cabales, de buen criterio, bien formados, educados en un sistema estable donde no haya cambios radicales cada dos o tres años, dependiendo del gobernante de turno. No es que la asignatura de marras sea la ideal para este propósito, o la única, o que no hay otra forma de impartirla, pero no me negaréis que en este mar tormentoso en que se ha convertido la Educación española es muy difícil llegar a buen puerto.

Hago un llamamiento a todos los agentes que participan en Educación para que no sean apasionados, para que no se encastillen en sus propias posturas, para que comprendan que es vergonzoso utilizar la educación como arma política o reivindicativa. Se supone que todos queremos lo mejor para todos y no para unos pocos del propio bando. ¿O no?

2 comentarios:

Basseta dijo...

Pides a todos los agentes que "no se encastillen en sus propias posturas" y me parece correcto. Pero una vez más corremos el riesgo de pensar en términos de "equidistancia", es decir, que los de una parte están tan equivocados como los de la otra parte respecto a ese centro que debería ser el correcto.

Y en este caso no creo que las posturas sean comparables. No creo que haya muchos padres que habiendo visto lo que ha ocurrido sea capaz de pronunciar el tópico de "todos son iguales".

Los gobernantes de la Comunidad Valenciana decidieron (ellos sabrán porqué) utilizar esta asignatura para abrir un frente de batalla con el gobierno central. La idea de impartir la asignatura en inglés es ridícula y grotesca, se mire como se mire.

Y cuando los tribunales, de los que se espera sentido común, han suspendido la aplicación de tan descabelladas órdenes, van y aplican una vuelta más de tuerca: dos profesores, uno para explicar y el otro para traducir.

Yo también espero que se imponga la lógica y que se deje de instrumentalizar esta situación, pero me parece que los culpables no están por la labor.

Claudio dijo...

Es cierto, Basseta. No parece que estén por la labor. La cuerda está tensándose demasiado y eso no es muy bueno en sí mismo.

Evidentemente, quien "mete la pata" es quien debe "sacarla". Quien comete un error, es quien ha de ser capaz de reconocerlo y enmendarlo, pida o no disculpas.

Pero en este tema, todos estamos expuestos a cometer errores y a perder el Norte, si no mantenemos claro el objetivo: los niños y niñas y su educación.

En un orden paralelo, es análogo a lo que pasa con las religiones: en su nombre se han cometido, y se cometen, infinidad de barbaridades.

Se está cayendo en el mismo error con respecto a la Educación.