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lunes, 2 de enero de 2012

"Me doy permiso para..."

En ocasiones me llegan cosas que me ayudan a expresar lo que en mi corazón siento i vivo. Esta es una de ellas: un fragmento de un escrito de Joaquin Argente "Me doy permiso para..." publicado por Ediciones Obelisco en 1999.

Quiero compartirlo porque expresa mis deseos para este nuevo año, por lo que a mí respecta.

Me doy permiso para separarme y no estar con personas que quieren controlar mi tiempo:
Mi tiempo es mi vida y mi vida es mía; a nadie le debo explicaciones.
Me doy permiso para no andar corriendo por la vida sin vivirla…
Me doy permiso para hacer las cosas a mi propio ritmo…
Yo hago lo mío y los demás deben hacer lo suyo.
Me doy permiso para volverme atrás y cancelar cualquier compromiso que haya adquirido.
Decido darme la posibilidad de cancelar compromisos que con frecuencia he ido aceptando y acumulando por presiones y que luego no puedo cumplir porque son excesivos…
Decido no asumir más compromisos que los que mi cuerpo y mi mente puedan sobrellevar con ligereza…
Me doy permiso para separarme de personas que me traten con brusquedad, o violencia…
Soy un ser humano que trata con consideración y respeto a los demás; merezco también consideración y respeto…
  
No he nacido para entretener y dar energía a los demás a costa de agotarme yo: no he nacido para estimularles con tal de que continúen a mi lado.
Mi propia existencia, mi ser, ya es valioso. Si quieren continuar a mi lado deben aprender a valorarme, mi presencia ya es suficiente, no he de agotarme haciendo más…
 
Me doy permiso para no ver la vida tal como me dijeron en la infancia, como carencias, miedos y pecados: No creo que Dios quiera verme sufriendo y abrumado de privaciones. Veo el Dios del Cosmos, el gran Dios de las estrellas, los planetas, los océanos y los árboles, como un proceso de expansión y de abundancia.
Me doy permiso para no desaprovechar oportunidades y para disfrutar de todo lo que ya tengo, lo que soy y lo que llegaré a ser
A pesar de los mensajes que me inculcaron en la infancia me doy permiso para rechazar la idea de que el mundo es un valle de lágrimas y privaciones. Mi vida sexual y amorosa mis relaciones afectivas y de amistad y mis relaciones laborales no van a estar condicionadas por la miseria y la escasez.
Me doy permiso para que me encuentren quienes van a saber amarme y ser nobles y leales amigos…


 Me doy permiso para desarrollar mis capacidades creativas. Me permito empezar a escribir … relatos …
Que se alejen de mi los desanimadores y creadores de problemas estériles, no dedico mi energía a convencerles ni a justificarme sino a crear.
Me doy permiso para no complicarme la vida innecesariamente
Me doy permiso para no estar explicando todo lo que hago, aunque les parezca extraño a los demás…
Me permito callar y disfrutarlo…
… llevo demasiado tiempo haciendo y trabajando en exceso. Me han estado sobrecargando y yo me he dejado sobrecargar, ahora me permito parar y hacer o no hacer muy suavemente lo que me apetezca…
Me doy permiso para no agotarme intentando ser una persona excelente. No soy perfecto, nadie es perfecto y la perfección es oprimente…
…asumo mi derecho a poner límites y barreras a algunas personas sin sentirme culpable.
No he nacido para ser la victima de nadie.
Me doy permiso para equivocarme no solo una vez sino todas cuantas veces suceda.
Me doy permiso
para no involucrarme en embrollos emocionales, amorosos, laborales, o de cualquier otro tipo. Hay muchas situaciones y personas que los conllevan necesariamente, decido no entrar en sus juegos agotadores. Y reconozco con tranquilidad que en algunas de las relaciones de mi vida, yo he sido en parte responsable de la creación de problemas. Decido no continuar jugando el juego de victimas y verdugos.
Ni quiero ser el verdugo de nadie ni voy a ser victima. No participo mas en esos juegos de poder destructivos, no me sitúo en ninguna de las dos posiciones.

Me doy permiso para no estar esperando alabanzas, manifestaciones de ternura o la valoración de los otros.
Soy yo quien me valoro, me acepto, y me aprecio…
Me doy permiso para dejar salir al niño o la niña que fui…

martes, 4 de enero de 2011

La verdadera historia de los Reyes Magos

Llevo ya mucho tiempo sin escribir nada, sin contaros nada, sin dar señales de vida bloguera. Creedme que tenía muchas ganas de volver a emprender esta bonita actividad, sólo que no encontraba el tema, la inspiración, la motivación suficiente para hacerlo.

Otro día os contaré qué es lo que siento y cómo entiendo yo los temas educativos. Ahora sólo quiero haceros llegar una historia que me ha enviado mi amiga Puri sobre los Reyes Magos que me ha gustado tanto que la voy a compartir con todo el mundo.

Esta historia corre como cadena de correo electrónico. No me gustan las cadenas, ya que suelen ir motivadas con fines ocultos de captación de direcciones de correo activas. Por eso me parece mejor compartirla a través del blog, y que llegue a ella quien tenga interés.

Ésta es la historia:

Los Reyes Magos son verdad

Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo:

- ¿Papa?
- Sí, hija, cuéntame.
- Oye, quiero... que me digas la verdad.
- Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido.
- Es que... -titubeó Blanca.
- Dime, hija, dime.
- Papá, ¿existen los Reyes Magos?

El padre de Blanca se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.

- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?

La nueva pregunta de Blanca le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:

- ¿Y tú qué crees, hija?
- Yo no se, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero...
- ¿Entonces es verdad? -cortó la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen -respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Blanca.
- Entonces no lo entiendo. papá.
- Siéntate, Blanquita, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.

Blanca se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:

"Cuando el Niño Jesus nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:

- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
- ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.

Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:

- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.

Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:

- Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?
- ¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas. Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos pajes, no existen tantos.
- No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
- ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración.
- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? -preguntó Dios.
- Sí, claro, eso es fundamental - asistieron los tres Reyes.
- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
- Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?

Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:

- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes Magos de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los
niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices."

Cuando el padre de Blanca hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:

- Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.

Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano mientras decía:

- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.

Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.


Como sabéis, vivo en Ibi, en la provincia de Alicante, en España, y la principal actividad indusgtrial de Ibi ha sido siempre la fabricación de juguetes. Por eso tenemos línea directa con los Reyes Magos, y es en Ibi donde los Reyes Magos de Oriente han dispuesto que esté su Casa de Occidente. Os invito a visitarla.

Con mis mejores deseos para todo el mundo.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Adiós a un año convulso

2009 termina y, aunque ahora es más tiempo de felicitaciones de Navidad y buenos deseos para el año próximo, no dejo de pensar que este ha sido un año para olvidar en muchos aspectos y también para recordar por esos mismos aspectos.

Ha sido un año negro desde el punto de vista económico. Muchas han sido las familias que han visto truncadas sus ilusiones, sus metas y proyectos, alentados por una economía efervescente que, en realidad, no podía terminar de otra forma: perdiendo su ebullición en poco tiempo y quedando en nada. O peor aún: dejando la situación en peor estado que antes de esa efervescencia. Se ha dañado un tejido industrial y de servicios que tardará años en recuperarse. Un ejemplo de lo que acarrea la falta de previsión y sentido común. También de sentido comunitario.

En el campo político, hemos presenciado a nuestros políticos luchando como alimañas entre sí, no por conseguir mejores resultados para la sociedad a la que dicen servir, sino para aumentar sus respectivas cuotas de poder político y económico. Ejemplos como el caso Gürtel, la presidencia de Caja Madrid, la pretendida fusión de Bancaja y la CAM, el tratamiento a los casos de secuestro del pesquero Alakrana o de la expulsión de Aminetu Haidar, en lo que respecta a nuestro propio país. En el ámbito internacional es de destacar el fracaso de la cumbre de Copenhage, donde se ha puesto de manifiesto que no es el bien común lo que preocupa a los que nos gabiernan, sino preservar sus propias parcelas de poder y soberanía. Resulta patético cuando todo depende de la salud del planeta: si eso falla, todo lo demás es humo, todo lo demás se desvanece.

No sé, me estoy dando cuenta de que lo estoy viendo desde un punto de vista gris y pesimista, y tal vez sea debido a que, cuando miro a lo lejos, a lo que no depende de mí directamente, me siento impotente y no sé cómo pueda tener arreglo todo esto. Supongo que eso es lo que nos pasa a todos, y esa sensación nos impide afrontar lo que sí depende de nosotros, nuestra propia vida con su penas y alegrías, con sus decisiones diarias, con los sentimientos variados que nos suscitan nuestra familia, nuestros amigos y amigas, con las luchas personales por conservar nuestro espacio personal físico y emocional lo más estable posible, afrontar todo eso y más con el grado suficiente de optimismo y energía para conseguir que el cambio de nuestra sociedad, de la presente Humanidad, no ocurra desde lo grande a lo pequeño (que nunca ocurrirá) sino de lo pequeño a lo grande. Porque estoy convencido de que somos cada uno de nosotros y nosotras los que damos color al mundo, y no es el mundo el nos da el color a nosotros.

Tradicionalmente, en Navidad nos llegan sentimientos de melancolía, deseos de paz y amistad, de fomentar los valores que, como humanos, nos distinguen del resto de seres que pueblan el planeta. Este sentimiento es atávico, nos viene de muy lejos en nuestra cultura, se remonta a los tiempos en que el ser humano estaba más en armonía con los ciclos del universo y conmemoraba el cambio de ciclo anual, el período en que el Sol volvía a ganar terreno y vencía al frío invierno. Era un símbolo de esperanza en que todo volverá a ser luminoso y positivo, cálido y agradable.

Y ese sentimiento es el que quiero transmitiros a todos y a todas. El sentimiento de que somos, cada uno y una de nosotros y nosotras, capaces de lograr todo lo que nos propongamos, más aún cuando eso que deseamos no se limita a nosotros mismos, sino que incluye también a la gente que nos rodea y que da sentido a nuestra existencia.

No olvidemos este año.

FELIZ NAVIDAD


martes, 1 de enero de 2008

Año Nuevo, vida nueva


Tradicionalmente, cuando comienza un nuevo año, símbolo de un ciclo nuevo, solemos marcarnos unas metas, unos objetivos a cumplir.

Yo, ante todo, deseo que todos os llenéis de alegría y de energía positiva, a pesar de vuestras circunstancias personales que, estad seguros, son pasajeras. Vosotros no lo sois, pero vuestras circunstancias sí.

Estamos en constante cambio, en continua evolución. Lo que en otro momento nos turbaba, hoy tal vez nos deja indiferentes o, afortunadamente, es una herramienta más en nuestro vivir.

Estamos en constante aprendizaje. Yo puedo deciros que he aprendido algo muy importante, a mi juicio: nuestra palabra es Ley. Aquello que decretamos, se cumple. Para bien o para mal. Es comparable a la fábula del Rey Midas. Los dioses le concedieron un deseo y, debido a su talante codicioso, deseó que todo lo que tocara se convirtiese en oro. Midas no calculó que tenía que comer, que tenía que acariciar a su esposa e hijos, que tenía que cabalgar, que no podría acariciar a sus queridos perros de caza...

Alguien dijo en una ocasión: "Cuidado con lo que deseas, porque se cumplirá".

Seamos o no conscientes de ello, esta Ley se cumple. Lo que decretamos, se cumple. Y lo hace en proporción directa a la intensidad emocional de nuestro decreto.

Esta es una bitácora dedicada al mundo de la Educación. No sólo a la educación académica, sino a la Educación, en el sentido más amplio de la palabra. Mi deseo es que sea un portal de comunicación (uno más) para todos los que, de alguna manera tengamos inquietudes en este campo.

Por eso, a través de este portal, quiero lanzar una propuesta al mundo: que seamos cuidadosos con lo que decretamos. Que, cuando corrijamos a nuestros hijos, utilicemos afirmaciones positivas, que evitemos decir: "eres ......" y en esos puntos suspensivos, cualquier defecto. En su lugar podemos decir: "Tu actitud es incorrecta, por esto:" "Eres capaz de hacerlo mejor." "Te quiero, te amo".

En todas las actividades del ser humano, es la práctica la que hace maestros. Y para practicar los decretos positivos, ¿qué mejor que hacerlo con nosotros mismos? Las personas somos, ante todo, seres emocionales. Nos movemos en base a nuestras emociones. Al igual que tratamos de cuidar nuestra alimentación física con productos de calidad, nuestras emociones hemos de alimentarlas también con productos de la mejor calidad. Y las de nuestros hijos. Por eso, lo mejor es amarse a sí mismo mucho. ¿No os parece?

Así es que, buenas lecturas, nada de tele-basura, mucha charla en casa, paseos y juegos. Y alegría, mucha alegría.

Abrazos a todos.