Pedagogía sí, pedagogía no
No, no estoy deshojando una margarita para ver con qué me quedo. Aunque cuando uno se acerca a escuchar o leer las defensas que se hacen a favor y en contra de la pedagogía, necesita tener bien afilado el bisturí del discernimiento para poder distinguir lo supérfluo de lo esencial.
Todo ha comenzado porque una amiga me comentó si había leído el Panfleto Antipedagógico, un libro que circula libremente por Internet y que fué publicado por la editorial leqtor hace un par de años. El Panfleto hace una exposición detallada del problema educativo, achacando a la LOGSE el origen de todos los males que ahora padecemos. En algunas cosas tiene razón y en otras no.
La pedagogía no es aún una ciencia, pero aspira a serlo en la medida que trata de estudiar las diferentes formas de educar. Para ello se apoya en otras ciencias como son la sociología, la filosofía, la antropología, la psicología, etc.
Tal vez, huyendo de los métodos represivos del modelo adoctrinador de la dictadura, hayamos caído en el lado opuesto de la falta de un rigor mínimo en las normas sociales y en el concepto de autoridad que debe presidir toda relación padres-hijos o alumnos-profesor.
Si de algo me alegro de haber leído el Panfleto es porque me ha servido para meditar un poco sobre lo que dice y sobre lo que calla.
Otros han comentado ya, y seguro que con mayor fundamento, los pros y los contras. Lo cierto es que este Panfleto no deja indiferente a nadie.
1 comentario:
Confieso que no he leído el panfleto, pero veo que está prologado por Fernando Savater, persona que es capaz de hacer lo más sublime y todo lo contrario. Personalmente admiro su capacidad de argumentación, aunque no siempre comparto todas sus conclusiones.
En uno de sus textos sobre la religión acaba concluyendo: "Solamente cuando el agua de las lágrimas del corazón humano se evapora hasta el cielo de la fantasía da origen a la formación nebulosa del ser divino».Así se sacralizan, para acorazarlos frente a la zapa del tiempo y de la muerte, los gestos humanos vitalmente más intensos (amor, paternidad, capacidad para la caza y la guerra, coraje, inventiva, sabiduría…), las virtudes más elogiables (sinceridad, compasión, fervor patriótico, generosidad…) e incluso las instituciones sociales más necesarias (tribunales de justicia, autoridad, la comunidad misma en cuanto abstracción colectiva, etc.)".
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