Estaba yo expectante por saber qué polémica se generaría este curso en su comienzo. Y mira tú por dónde, el tema de la polémica es precisamente uno de los síntomas de la mala educación que se vive en nuestro país: la falta de respeto.
La polémica la genera el hecho de que se pretenda infundir en la sociedad, en los alumnos y sus padres, el respeto hacia los docentes a golpe de decretos. Y eso es, en sí mismo, un síntoma de la falta de visión de los gobernantes, aunque por otro lado sospecho que tienen la visión muy bien dirigida hacia sus intereses personales. Porque las Administraciones autónomas que han promulgado decretos en el sentido de igualar en rango a los docentes y a los policías y magistrados, están dirigidas por personas de marcada tendencia conservadora y decimonónica en sus postulados.
El respeto por la fuerza. Y para conseguirlo, nada mejor que un ambiente de falsa falta de respeto. Digo falsa porque esa falta de respeto se da, normalmente, en situaciones en las que previamente ha habido una falta de respeto previa en sentido docente-alumno, o docente padres.
Desde luego, hay padres que merecen que les quiten la patria potestad y la custodia de sus hijos.
Pero también hay docentes que merecen que les expulsen de por vida del cuerpo de docentes, funcionarios o no. Todos conocemos casos en que esto es así. Y el hecho de dar prevalencia a la palabra del docente sobre la del alumno, es una falta de respeto hacia éste último y hacia la Justicia.
Dice Michael Davidson, responsable del informe Talis de la OCDE -que se publicó este año tras haber encuestado a 90.000 profesores de 23 países-, sobre la autoridad en las escuelas españolas, no habla de medidas disciplinarias. "Echando un vistazo a los datos de España, un mejor clima escolar se suele encontrar cuando los docentes tienen un contrato fijo y más experiencia, cuando colaboran entre ellos y cuando el tamaño de las clases es menor. Además, aquellos profesores que apuestan por la transmisión directa [menos participativa, en la que el profesor enseña y el alumno escucha de una forma más pasiva] suele percibir un peor clima escolar".
Según el informe Talis, las mayores diferencias de percepción del clima escolar, de las relaciones entre docentes y alumnos no se dan ni entre países (25%) ni entre centros de zonas distintas (10%), sino entre los profesores de un mismo colegio que dan clase cada día a los mismos alumnos (65%). También el tiempo que pierden haciendo callar a los alumnos -un tercio de la clase, de media, argumento sacado a relucir por Esperanza Aguirre al presentar su proyecto de ley- varía sobre todo dentro de un centro escolar; una vez más, distintos profesores frente a los mismos alumnos: un 85%. "Dado que la mayor cantidad de variaciones en la pérdida de tiempo lectivo se observa entre diferentes profesores dentro de los centros, parece más necesaria una política de prestar atención a las habilidades y la disposición de los profesores individualmente que mejorar el ambiente y la disciplina generales de los centros", concluye el informe.
En palabras de Mariano Fernández Enguita, no se puede pedir "autoridad para los profesores si no se les pide responsabilidad; mal puede exigir respeto un profesor que falta a menudo, llega tarde, no prepara sus clases, pierde el tiempo en el aula o ejerce arbitrariamente su poder académico o disciplinar. Y, haberlos, haylos". Y en cualquier caso, tampoco considera que "el desorden, los problemas de convivencia en los centros provengan de que los profesores no tienen autoridad, sino más bien de que no ejercen la que tienen. Antes de llegar a una infracción grave, sea falta de respeto, conducta disruptiva, violencia... ha habido sistemáticamente una larga colección de infracciones leves que no fueron afrontadas. Hay grupos que quieren blindar al profesor, pero no se preocupan de proteger al alumno. En mi opinión no estamos ante una revuelta juvenil, sino ante una crisis o dejación de la tutela adulta en los centros. Muchos de los conflictos laborales de los últimos años han sido porque no se quiere vigilar los recreos, los pasillos, las actividades extraescolares, los comedores..."
En resumidas cuentas, el respeto y la autoridad se ganan con el respeto que se ofrece a los demás. El respeto impuesto no genera un ambiente adecuado para una educación verderamente democrática e integradora, donde se aprenda a respetar por ética y moral ciudadana y no por imperativo legal. Eso no genera ciudadanos responsables, sino ciudadnos dependientes. Quizás sea ese el objetivo de los que proponen semejantes formas de organización educativa.
Pero también puede ser que todo sea una señal más de los tiempos que nos ha tocado vivir: un verdadero caos medioambiental. ¿No es la escuela un verdadero ecosistema?