¿Qué expresamos con el sexo?
Es innegable que el sexo forma parte muy importante de nuestra vida. Es uno de los principales anhelos del ser humano, debido que es la principal fuente de placer físico que conocemos.
Cuando, por primera vez, nos asomamos al mundo del sexo, durante la pubertad, lo hacemos influidos por nuestro entorno. En nuestra cultura cristiana y prejuiciosa, el sexo ha estado considerado tema tabú, tema de conversación incómodo cuando de hablarlo seriamente se trata.
No solamente en la cultura cristiana es considerado el sexo como una puerta hacia la degradación humana, sino que en casi todas las religiones ocurre algo similar, aunque es en la cristiana en la que encontramos una aversión más fuerte e irracional hacia este tema.
Es evidente que, como en todas las cosas, es el abuso lo que diferencia lo sano de lo enfermizo, dañino y patológico. Y también resulta evidente que, para un buen uso, lo mejor es la información y, sobre todo, la formación.
Y para formar, lo mejor es estar formado. Los padres tenemos la responsabilidad, la obligación, de formar a nuestros hijos e hijas. El tema sexual ha sido, hasta ahora, el tema más espinoso para tratarlo en familia. Tradicionalmente, en las familias se trata el tama con tanto sigilo que los hijos apenas ven a sus padres en posturas eróticas o de manifiesto cariño y emoción sensual. Y así comienza el proceso de considerar el sexo como algo vergonzoso o que debe permanecer oculto.No se trata de vivir en promiscuidad, está claro. Pero lo ideal sería un término medio. El sexo forma parte de nuestra vida. Y es algo que puede determinar la felicidad o la insatisfacción de las personas. Y también está demostrado que una inadecuada aproximación y aprendizaje del sexo puede derivar en comportamientos sociales inadecuados y delictivos.
Es necesario, pues considerar el sexo con la seriedad y delicadeza que merece algo tan importante para el ser humano, sin caer en prejuicios, falsedades ni sinrazones, tanto en favor de su uso como en su contra.
La base para ello es comprender que lo esencial es el respeto. Respeto por uno mismo y por los demás. Y el derecho a un desarrollo sano y natural de cada una de las funciones y necesidades que conforman nuestra personalidad.
El sexo tiene sus ventajas y beneficios para la mente, la psique y el cuerpo. Pero también tiene los peligros de un mal uso. Y son las consecuencias de ese mal uso lo que debemos evitar.
Así, pues, más formación para un mejor disfrute.