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miércoles, 21 de agosto de 2013

Sentido y sensibilidad




jueves, 28 de mayo de 2009

Palabras del Dalai Lama

Con motivo de los ataques a las Torres gemelas de Nueva York, el Dalai Lama escribió una carta abierta al Mundo entero con una serie de reflexiones que, a mi entender, son adecuadas también ahora y en cualquier momento de crisis.

Las voy a reproducir aquí porque creo que valen la pena.

Queridos amigos de todo el mundo :

Los acontecimientos de este día han hecho que todas las personas detengan sus quehaceres diarios, cualesquiera que éstos sean, y se pregunten acerca de las cuestiones fundamentales de la vida.

No solo nos preguntamos cual es el sentido de la existencia, sino el propósito de nuestra experiencia individual y colectiva tal como la hemos creado, buscando con afán los caminos en los que re-crearnos a nosotros mismos nuevamente como especie humana, de modo que nunca más nos tratemos a nosotros mismos de esta forma.

Ha llegado la hora de demostrar - a su más alto nivel - el pensamiento extraordinario de Quiénes Somos Realmente.

Existen dos respuestas posibles a lo que ha ocurrido hoy. La primera proviene del amor, la segunda, del miedo.

Si nos aferramos al miedo podemos entrar en pánico y hacer cosas - como individuos y como naciones - que sólo pueden ser causa de un mal mayor.

Si nos aferramos al amor, encontraremos refugio y fuerza, e incluso podremos ofrecerlos a otros. Este es el momento de tu ministerio. Este es el momento de tu enseñanza. Lo que enseñes en este tiempo, por medio de tu palabra y obra, permanecerá como lección indeleble en los corazones y mentes de aquellos cuyas vidas tocas, ahora y en los próximos años.

Hoy establecemos el devenir del mañana. En esta hora. En este momento. No busquemos señalar las culpas, sino las causas.

A menos que utilicemos este tiempo para buscar las causas de nuestras experiencias, nunca nos libraremos de las experiencias que éstas nos traen. En su lugar, viviremos para siempre en el miedo por las respuestas de aquellos miembros de la familia humana que se sienten afligidos, abandonados, y que también buscan su desquite.

Para nosotros las razones son claras. No hemos aprendido las lecciones humanas más básicas. No hemos recordado las verdades humanas más elementales. No hemos comprendido la sabiduría espiritual más sencilla. En pocas palabras, no hemos escuchado a Dios, y debido a ello, nos contemplamos a nosotros mismos haciendo cosas impías.

El mensaje que escuchamos de nuestra fuente de Verdad es clara: Todos somos uno. Este es el mensaje que la raza humana ha olvidado durante mucho tiempo. El olvido de esta verdad es la sola causa de el odio y la guerra, y la forma de recordarlo es muy sencilla: Ama, ahora y en todo momento.

Si pudiésemos amar incluso a aquellos que nos atacan, y entender por qué han hecho eso ¿Cuál sería entonces nuestra respuesta?

Si enfrentamos negatividad con negatividad, ira con ira, ataque con ataque ¿Qué obtenemos?

Éstas son las preguntas a las que se enfrenta la raza humana hoy. Son cuestiones que hemos fracasado en responder durante miles de años. Si no lo hacemos ahora, eliminaremos también la necesidad de darles respuesta.

Si queremos que la belleza del mundo que hemos co-creado sea experimentada por nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, tenemos que convertirnos en activistas espirituales en este mismo momento, en este mismo lugar, y hacer que ocurra. Debemos elegir estar en el centro mismo de las causas.

Por tanto, habla con Dios hoy. Pídele ayuda, consejo, visión interna, fuerza, paz interior, y una profunda sabiduría. Pide a Dios hoy que nos muestre cómo actuar en el mundo para que éste cambie. Y únete a todas las personas de todo el mundo que ahora están orando y añade tu Luz a la Luz que disipa todo miedo.

Éste es el reto que se pone delante de cada persona hoy. Hoy el alma humana se pregunta: ¿Qué puedo hacer para preservar la belleza y la maravilla de nuestro mundo y para contribuir a eliminar la ira y el odio - y las desigualdades que éstos inevitablemente causan - en la parte del mundo que yo toco?

Por favor, contesta esta pregunta hoy mismo, con toda la magnificencia que Tú eres. ¿Qué puedes hacer HOY... en este mismo momento?

Una enseñanza fundamental en la mayoría de las tradiciones espirituales es:

Lo que tú deseas experimentar, ofrécelo a otros.

Mira ahora qué es lo que te gustaría experimentar en tu propia vida, y en el mundo. Mira entonces si hay alguien para el que tú puedes ser la fuente de ese deseo.

Si quieres experimentar la paz, ofrece paz a otro.

Si deseas saber que estás seguro, haz que otro sepa que está seguro.

Si deseas entender las cosas aparentemente incomprensibles, ayuda a otro a comprender mejor.

Si deseas sanar tu propia tristeza o ira, busca sanar la tristeza o ira de otro.

Esos otros te están esperando ahora. Ellos buscan tu guía, tu ayuda, tu valor, tu fuerza, tu entendimiento, y tu seguridad en esta hora. Pero sobre todo, ellos te buscan por tu amor.

Mi religión es muy sencilla. Mi religión es la bondad.


Dalai Lama
Sakya Monastery of Tibetan
Buddhismvia Roz Solomon

Traducción : Marisol Mora
Comité de Traducciones de la Red Ibérica de Luz

domingo, 21 de diciembre de 2008

Cuento de Navidad

RECUERDOS DE UNA MAÑANA DE NAVIDAD

No lo creí. Los ángeles tenían cosas más importantes que hacer con su tiempo que observar si yo era un niño bueno o malo. Aun con mi limitada sabiduría de un niño de siete años, había decidido que, en el mejor de los casos, el Ángel sólo podía vigilar a dos o tres muchachos a la vez... y ¿por qué habría de ser yo uno de éstos? Las ventajas, ciertamente, estaban a mi favor. Y, sin embargo, mamá, que sabía todo, me había repetido una y otra vez que el Ángel de la Navidad sabía, veía y evaluaba todas nuestras acciones y que no podíamos compararlo con cualquier cosa que pudiéramos entender nosotros, los ignorantes seres humanos. De todos modos, no estaba muy seguro de creer en el Ángel de la Navidad.

Todos mis amigos del barrio me dijeron que Santa Claus era el que llegaba la víspera de la Navidad y que nunca supieron de un ángel que llevara regalos. Mamá vivió en América durante muchos años y bendecía a su nueva tierra como su hogar permanente, pero siempre fue tan italiana como la polenta y, para ella, siempre sería un ángel. "Quién es este Santa Claus?", solía decir. "Y, ¿qué tiene que ver con la Navidad?".

Además, debo reconocer que nuestro ángel italiano me impresionaba mucho. Santa Claus siempre era más generoso e imaginativo. Les llevaba a mis amigos bicicletas, rompecabezas, bastones de caramelo y guantes de béisbol. Los ángeles italianos siempre llevaban manzanas, naranjas, nueces surtidas, pasas, un pequeño pastel y unos pequeños dulces redondos de ‘orosuz’ que llamábamos bottone di prete (botones de sacerdote) porque se parecían a los botones que veíamos en la sotana del padrecito. Además, el Ángel siempre ponía en nuestras medias algunas castañas importadas, tan duras como las piedras. Debo admitir que nunca supe qué hacer con las castañas.

Finalmente se las dábamos a mamá para que las hirviera hasta que se sometieran y luego las pelábamos y las comíamos de postre después de la cena de Navidad. Parecía un regalo poco apropiado para un niño de seis o siete años. A menudo pensé que el Ángel de la Navidad no era muy inteligente.

Cuando cuestioné a mamá acerca de esto, ella solía contestar que no me correspondía a mí, "que todavía era un muchachito imberbe", poner en tela de juicio a un ángel, especialmente al Ángel de la Navidad.

En esta época navideña en particular, mi comportamiento de niño de siete años era todo menos ejemplar. Mis hermanos y hermanas, todos mayores que yo, por lo visto nunca causaban problemas. En cambio yo siempre estaba en medio de todos los problemas. A la hora de la comida aborrecía todo. Me obligaban a probar un poco di tutto (de todo) y cada comida se convertía en un reto... Felice, como me llamaba la familia, contra el mundo de los adultos. Yo era el que nunca me acordaba de cerrar la puerta del gallinero, el que prefería leer a sacar la basura y el que, sobre todo, reclamaba todo lo que mamá y papá hacían, sentían u ordenaban. En pocas palabras, era un niño malcriado.

Cuando menos un mes antes de la Navidad, mamá me advertía: "Te estás portando muy mal, Felice. Los ángeles de la Navidad no llevan regalo a los niños malcriados. Les llevan un palo de durazno para pegarte en las piernas. De modo que – me amenazaba – más vale que cambies tu comportamiento. Yo no puedo portarme bien por ti. Sólo tu puedes optar por ser un buen niño".

"¿Qué me importa? – contestaba yo - . De todos modos el ángel nunca me trae lo que quiero. "Y durante las siguientes semanas hacía muy poco para ‘mejorar mi comportamiento’.

Como sucede en la mayoría de los hogares, la Nochebuena era mágica. A pesar de que éramos muy pobres, siempre teníamos comida especial para la cena. Después de cenar nos sentábamos alrededor de la vieja estufa de leña que era el centro de nuestras vidas durante los largos meses de invierno y platicábamos y reíamos y escuchábamos cuentos. Pasábamos mucho tiempo planeando la fiesta del día siguiente, para la cual nos habíamos estado preparando toda la semana. Como éramos una familia católica, todos íbamos a confesarnos y después nos dedicábamos a decorar el árbol. La noche terminaba con una pequeña copa del maravilloso zabaglione de mamá. ¡No importaba que tuviera un poco de vino; la Navidad sólo llegaba una vez al año!

Estoy seguro de que sucede con todos los niños, pero era casi imposible dormir en la Nochebuena. Mi mente divagaba. No pensaba en las golosinas, sino que me preocupaba seriamente la posibilidad de que el ángel de la Navidad no llegara a mi casa o que se le acabaran los regalos. Me emocionaba mucho la posibilidad de que Santa Claus olvidara que éramos italianos y de cualquier modo nos visitara sin darse cuenta de que el Ángel ya me había visitado. ¡Así recibiría el doble de todo!

¿Por qué sucede que en la mañana de Navidad, por poco que se duerma la noche anterior, nunca resulta difícil despertar y levantarnos? Así ocurrió esa mañana en particular. Fue cuestión de minutos, después de escuchar los primeros movimientos, para que todos nos levantáramos y saliéramos disparados hacia la cocina y el tendedero donde estaban colgadas nuestras medias y debajo de éstas se encontraban nuestros brillantes zapatos recién lustrados.

Todo estaba tal como lo habíamos dejado la noche anterior. Excepto que las medias y los zapatos estaban llenos hasta el tope con los generosos regales del Ángel de la Navidad... es decir, todos excepto los míos. Mis zapatos, muy brillantes, estaban vacíos. Mis medias colgaban sueltas en el tendedero y también estaban vacías, pero de una de ellas salía una larga rama seca de durazno.
Alcancé a ver las miradas de horror en los rostros de mi hermano y mis hermanas. Todos nos detuvimos paralizados. Todos los ojos se dirigieron hacia mamá y papá y luego regresaron a mí.

- Ah, lo sabía – dijo mamá -. Al Ángel de la Navidad no se le va nada. El Ángel sólo nos deja lo que merecemos.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Mis hermanas trataron de abrazarme para consolarme, pero las rechacé con furia.

- Ni quería esos regalos tan tontos – exclamé -. Odio a ese estúpido Ángel. Ya no hay ningún Ángel de la Navidad.

Me dejé caer en los brazos de mamá. Ella era una mujer voluminosa y su regazo me había salvado de la desesperación y de la soledad en muchas ocasiones. Noté que ella también lloraba mientras me consolaba. También papá. Los sollozos de mis hermanas y los lloriqueos de mi hermano llenaron el silencio de la mañana.

Después de un rato, mi madre dijo, como si estuviera hablando con ella misma:
- Felice no es malo. Sólo se porta mal de vez en cuando. El Ángel de la Navidad lo sabe. Felice sería un niño bueno si hubiera querido, pero este año prefirió ser malo. No le quedó alternativa al Ángel. Tal vez el próximo año decida portarse mejor. Pero, por el momento, todos debemos ser felices de nuevo.

De inmediato todos vaciaron el contenido de sus zapatos y medias en mi regazo.

- Ten – me dijeron -, toma esto.

En poco tiempo otra vez la casa estaba llena de alegría, sonrisas y conversación. Recibí más de lo que cabía en mis zapatos y medias.

Mamá y papá habían ido a misa temprano, como de costumbre. Juntaron las castañas y empezaron a hervirlas durante muchas horas en una maravillosa agua llena de especias y había otra olla hirviendo entre las salsa. Los más delicados olores surgieron del horno como mágicas pociones. Todo estaba preparado para nuestra milagrosa cena de Navidad.

Nos alistamos para ir a la iglesia. Como era su costumbre, mamá nos revisó, uno por uno; ajustaba un cuello aquí, jalaba el cabello por allá, una caricia suave para cada uno... Yo fui el último. Mamá fijó sus enormes ojos castaños en los míos.


- Felice – me dijo -, ¿entiendes por qué el Ángel de la Navidad no pudo dejarte regalos?- Sí – respondí.- El Ángel nos recuerda que siempre tendremos lo que merecemos. No podemos evadirlo. Algunas veces resulta difícil entenderlo y nos duele y lloramos. Pero nos enseña lo que está bien hecho y lo que está mal y, así, cada año seremos mejores.

No estoy muy seguro de haber entendido en aquellos momentos lo que mamá quiso decirme. Sólo estaba seguro de que yo era amado; que me habían perdonado por cualquier cosa que hubiese hecho y que siempre me darían otra oportunidad.

Jamás he olvidado aquella Navidad tan lejana. Desde entonces, la vida no siempre ha sido justa ni tampoco me ha ofrecido lo que creí merecer, ni se me ha recompensado por portarme bien. A lo largo de los años he llegado a comprender que he sido egoísta, malcriado, imprudente y quizá, en ocasiones, hasta cruel... pero nunca olvidé que cuando hay perdón, cuando las cosas se comparten, cuando se da otra oportunidad y amor sin límite, el Ángel de la Navidad siempre está presente y siempre es Navidad.

He encontrado este cuento en El Almanaque

domingo, 27 de julio de 2008

¡Siente, sólo siente!


Sólo siente tu corazón latir, sólo siente como está presente el ritmo del corazón de la Tierra
y siente cómo te unificas al ritmo del corazón de los demás a través de la respiración.
Ábrete a sentir el corazón del humano... A sentir lo que estamos viviendo en estos tiempos...
Ábrete a sentir a la Tierra y lo que ella siente en estos momentos.

Ábrete a sentirte a ti mismo... Estando conectado con los pies en la Tierra.
En este tiempo no se trata de meditar en otros planos, en este tiempo tu presencia es
necesaria aquí, por eso tienes un cuerpo... Por eso tienes una voz ...
Porque necesitamos escucharla...porque te requerimos en este plano y en esta Tierra...
Porque la Tierra requiere de tu presencia.

Sólo siente... Percibe... Unifícate con la conciencia del Todo... Mas con los pies en
la Tierra. Sintiendo la energía, que vibra en tus pies en contacto con ella,
sintiendo tus órganos sexuales, sintiendo la parte de ser Madre de esta
Tierra y de todos los seres humanos aquí contenidos. Un gran vientre y la
Tierra es tu vientre... La Tierra eres tú y la Tierra está en ti contenida.

Eres el Todo y el Todo está en ti contenido. Los seres humanos que en el
externo se encuentran, esos seres también moran en ti porque tú eres El Todo.
La lucha que está en el externo, es una lucha que mora entre tu cuerpo, tus emociones
y tus pensamientos, es una lucha entre la luz y la oscuridad.

Siente tu energía en el poder personal, siente cómo te sabes divino,
te sabes criatura de Dios en un cuerpo. Visualiza el color dorado en el plexo solar,
percibe cómo es más grande el valor que el miedo... Es más grande tu seguridad
que la duda de los demás... Es más grande tu intuición de saber
que hoy contactas con el Todo...


Siente el corazón latir... Es el corazón de la Tierra y es el corazón del Humano.
Visualiza el chakra del corazón cómo se abre... Siéntelo palpitar y siente cómo
tu canto se une con el Todo. Unifica el corazón del humano con tu canto...
Unifícate a ti mismo y sana todo aquello que el dolor que en ti existe.

Siente cómo la Gran Madre arrulla a los seres humanos que contienes en tu vientre,
cómo arrullas a la Tierra... Cómo vuelves tú a la Tierra al ritmo de expansión...
Pausa... Contracción... Pausa... Expansión.

Cómo estas ondas y esta vibración las emanas a los seres humanos que en ella
se encuentran, para que vuelvan a retomar su ritmo, a saberse quiénes son
en esencia y en conciencia.

Hay dolor, pero en este tiempo no tocarás el dolor porque es más grande el AMOR
que mora en ti. Les venimos a apoyar con vibraciones de Luz y Amor.
No es tocando el dolor de aquellos seres que en dolor se encuentran, como ayudarás,
sino es elevando tu vibración...
Y por añadidura se elevará la de los demás en Amor.

¡Ama, ser humano, y perdona! Como alguien hace tiempo, alguien que por amor
perdonó a aquellos quienes le lastimaron. De la misma forma perdona y emana
el perdón a esta Tierra. Es la vibración que ahora se necesita; mas para emanar,
primero acepta que vives la ira y el resentimiento. Entrégalo a ese ser poderoso
y deja que él lo disuelva, y tú solo perdona.. Perdónate a ti y perdona a tu hermano
y así vibra esta energía a la Tierra. Vuelve así a la frecuencia de arrullo a la Tierra,
a los seres humanos que en tu vientre se encuentran, ámales no importa cómo lo hagas,
Ámales... Son parte de ti, son tus hijos, son tu creación. Ámales, que es la fuerza del amor
que vence a la ira en esta Tierra.

Ama porque tienes amor, y si dudas que lo tienes, deja que Él ame a través de ti.
Entrégale tu corazón y siente como lo limpia, lo purifica, lo esculpe, llenándolo de amor,
ternura, sensibilidad. No te cierres a sentir, ya que es a través del corazón que el ser
contacta con su Cielo y cómo los espíritus contactan con la Tierra.

Recuerda, el corazón es el puente entre el espíritu y la materia. ÁBRETE SER HUMANO, AMA,
ÁMATE A TI MISMO y por ende AMA A TODOS aquellos que comparten contigo,
ama porque eres bendito.
Ábrete... Entrégate... Es el amor lo que hace falta en esta Tierra.

Sólo arrulla a tus hijos y devuélvelos a la misma vibración del Universo...
Arrulla sus corazones, y si no tuvieron suficiente amor de sus padres o del medio
que los rodeó... Hoy tú les emanas ese amor... Acaríciales su corazón... Purifícales su alma...
detén su mente que destrucción crea en este tiempo.

Que sea, pues, el corazón lo que domine en esta Tierra... ¡Basta ya de la razón! ...
No más razón... ¡Que el hombre se abra al amor más allá de la razón!...
¡Que el hombre bendiga estar en esta Tierra!

Que el SER HUMANO abrace tanto aquél que ama como aquél que no ama.
Ama aquello que en ti te disgusta... Ama tu sombra... Ama tu oscuridad...
No lo niegues... Ama aquello que te disgusta de los demás... Ama a los seres
que te desagradan... Ama.. Perdona...
Libera y vuelve al arrullo de la madre a los seres de esta Tierra.

Y en ese arrullo se eleven las almas de los seres humanos cuyos cuerpos
dejaron en esta Tierra... Que vuelvan a la conciencia divina... A saberse
que no solo son materia... Vuelvan a la luz a donde pertenecen.

Visualiza todos estos seres que dejaron sus cuerpos dirigiéndose a la Luz...
Desconectándose de sus seres queridos... Aceptando que ya no tienen un cuerpo...
Rompiendo los cordones con quien les une en esta Tierra...

Sabiendo que es tiempo de partir... De irse... Vuelen... Vuelen, y los seres
que están en esta Tierra les permiten partir en paz y luz.
Luz y amor en el corazón de aquel que vive en dolor porque alguien amado parte...
Porque deja este plano...

Luz y Amor a los seres que permanecen en este plano, para que encuentren otra
forma de comunicarse con los espíritus de sus seres amados más allá del cuerpo.

Visualiza a la Tierra envolviéndola en una energía dorada, así a todos los seres
humanos que en ella habitan. El dorado es el color de la conciencia divina.

Que los seres humanos que están en esta Tierra se sepan en conciencia divinos,
que no luchen , que no se agredan, porque en ello se agreden a ellos mismos.
Que se amen... Sagrada es la vida... Sagrada la existencia... Es un regalo divino...
Hoy la energía dorada bañe todas estas almas y la Tierra.
También tu cuerpo y tu conciencia.

Ves ahora la importancia de estar en este plano...
Sirves de puente entre el Cielo y la Tierra.
No dudes de lo que sucede en el externo, solo en ti sumérgete
y desde allí ama, empezando por tu cuerpo y empezando por ti mismo,
sea el amor pues, más grande que el dolor en esta Tierra...
En este tiempo... Para que reconozcas aquí tu lugar y ésta tu existencia.

Siente la energía en todo tu cuerpo, siente como tu centro es la Tierra y siente
como en él fluye la energía divina... Cómo se bombea sangre divina y recorre todo
tu cuerpo recordando que es divino... Lleva tus manos a cualquier parte de tu cuerpo
donde haya desarmonía y siente cómo fluye en él la energía. Siente la energía fluir
en ondas, en ciclos y reconoce en ti el poder de sanarte y unificarte.

Por último unifica tu cuerpo, con tu mente, tus emociones con tu espíritu y desde
este punto emana conciencia divina al corazón de los seres humanos en esta Tierra.

Meditación encontrada en Holística2000
Las fotografías son de NuriArt

lunes, 9 de junio de 2008

Degradación personal

No sabía cómo titular esta entrada.

El sábado estuvimos Rosa y yo visitando a su tía en la residencia donde está interna porque la familia no puede hacerse cargo de forma adecuada de ella. Hace ya tres años que está allí y nuestro corazón se encoge cada vez que vamos a verla. Es más, se encoge cada vez que pensamos en ir a verla. Sufre Alzheimer. O tal vez sea demencia senil, complicada con niveles altos de azúcar y otros desarreglos funcionales lo que la ha llevado al estado en que se encuentra actualmente.

El caso es que está en su silla de ruedas, toda encogida, deformada por la postura incorrecta en la que está durante tantas horas al día, al no poder mantenerse por sí sola.

No sé si habéis estado en una residencia alguna vez. Las personas que aún están en pleno uso de sus facultades mentales y psicológicas puede que sólo sufran de soledad familiar, aunque allí pueden hacer amigos. Pero en la tercera planta, donde están los discapacitados mentales y físicos el ambiente es muy triste y deplorable. Lo es sin conocer a los internos. Un cuarto de hora allí es para ponerse a llorar. Veinticinco o treinta personas con la mirad perdida o gritando sus letanías o quejándose o dormitando encogidas en sus sillas un día tras otro es para volverse loco.

Los que hemos conocido a Elvira sentimos que el alma se nos rompe al verla así... allí. Lo único que queremos es que pase pronto su agonía.

Pensando en ella, he encontrado este cuento.

El tazón de madera

El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años.

Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban.

La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían el alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso,derramaba la leche sobre el mantel.

El hijo y su esposa se cansaron de la situación. "Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo el hijo. "Ya he tenido suficiente. Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo".

Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer.

Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera.

De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado solo.

Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.

El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo.Le preguntó dulcemente: "¿Qué estás haciendo?"

Con la misma dulzura el niño le contestó: "Ah, estoy haciendo un tazón para tí y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos."

Sonrió y siguió con su tarea.

Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla.

Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.

Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia.

Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitarán esa actitud por el resto de sus vidas. Seamos constructores sabios, y modelos a seguir. La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca cómo los hiciste sentir. He aprendido que independientemente de la relación que tengas con tus padres, los vas a extrañar cuando ya no estén contigo.

domingo, 27 de abril de 2008

De Pablo Neruda



Hoy me he levantado con ganas de poesía y, como muchas veces hago, a pesar de tener una idea preconcebida del poeta que quería leer y compartir con vosotros, al acercarme a la biblioteca me ha llamado la atención el libro de Pablo Neruda: "Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada".

Y he pensado: "De Neruda no me acordaba... Tal vez encuentre alguna que me llegue hoy a mi corazón de una manera especial."

Pablo Neruda con en poeta Romeo Murga
en la pensión de la calle Mururi, Santiago de Chile. 1921.
Archivo de la Fundación Pablo Neruda. Santiago de Chile.

Como siempre, la primera que he encontrado me ha llegado como un viento cargado de aromas dulces y almizclados. Es la número 20.

Para mí llevaba éste mensaje: aunque ya no deseo lo que he perdido o dejado atrás, tal vez añoro las sensaciones que sentía en aquélla lejana situación y "mi alma no se contenta con haberla perdido".

¿A vosotros qué os dice?


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

domingo, 23 de marzo de 2008

Amar en libertad


El conjuro del Amor

Una vez, un guerrero indígena muy respetado y la hija de una mujer que había sido matrona de la tribu, se enamoraron. Se amaban profundamente y habían pensado en casarse, para lo cual tenían el permiso del cacique de la tribu.

Pero antes de formalizar el casamiento fueron a ver al brujo, un hombre muy sabio y muy poderoso, que tenía elixires, conjuros, y hierbas increíbles, para saber si los astros estaban a su favor, si los Dioses los iban a proteger.

El brujo les dijo que ellos eran buenos muchachos, jóvenes y que no había ninguna razón para que los dioses se opongan.

Entonces ellos le dijeron que querían hacer algún conjuro que les diera la formula para ser felices siempre...

El brujo les dijo: "Bueno, hay un conjuro que podemos hacer, pero no sé si están dispuestos, porque es bastante trabajoso".

"Sí, claro", le dijeron.

Entonces el brujo le pidió al guerrero que:
1) escale la montaña más alta
2) busque allí al halcón más vigoroso,
3) el que vuele más alto,
4) el que le parezca más fuerte,
5) el que tenga el pico más afilado,
6) y que vivo, se lo traiga.

Y el brujo le dijo a ella:
1) a ti no te va a ser tan fácil:
2) vas a tener que internarte en el monte
3) buscar el águila que te parezca que es la mejor cazadora,
4) la que vuele más alto,
5) la que sea más fuerte,
6) la de mejor mirada,
7) vas a tener que cazarla sola, sin que nadie te ayude y vas a tener que traerla viva aquí.

Cada uno salió a cumplir su tarea. Cuatro días después volvieron con el ave que se les había encomendado, y le preguntaron al brujo:
"¿Ahora qué hacemos? ¿Las cocinamos? ¿Las comemos? ¿Tomamos su sangre?... ¿Qué hacemos con ellas?"

El brujo les dijo: "Vamos a hacer el conjuro, que se llamará “EL CONJURO DEL AMOR”... ¿Volaban alto?"

"Sí", le dijeron.

El brujo preguntó a ambos: "¿Eran fuertes sus alas, eran sanas, independientes?

"Sí", contestaron.

"Muy bien", dijo el brujo, "Ahora átenlas entre sí por las patas y suéltenlas para que vuelen".....

Entonces el águila y el halcón comenzaron a tropezarse, intentaron volar, pero lo único que lograban, era revolcarse en el piso y se hacían daño mutuamente, hasta que empezaron a picotearse entre sí.

El brujo de la tribu les dijo: "Este es el conjuro: si ustedes quieren ser felices para siempre:

VUELEN INDEPENDIENTES Y JAMÁS SE ATEN EL UNO AL OTRO"...

Jorge Bucay