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jueves, 22 de enero de 2009

Hiperactividad (TDAH)


La hiperactividad es un trastorno psicológico que afecta a un porcentaje bastante elevado (casi el 5%) de los alumnos (más o menos, uno por aula), afectando más a los niños que a las niñas en una proporción de 4 a 1.

Muchos niños son calificados de maleducados, insolentes, difíciles, inquietos, etc., cuando en realidad lo son por un trastorno genético que les impide estarse quieto y prestar atención.

El Trastorno de Déficit de Atención, con o sin Hiperactividad (TDAH), aunque se diagnostica en los primeros curso de Primaria, ya se manifiesta desde edades muy tempranas, incluso en el período de gestación. Los síntomas se atenúan conforme madura el paciente.

Muchos padres no saben que este trastorno se puede tratar y compensar. Ni siquiera saben que exista reconocido com tal trastorno clínico.

Os trascribo un fragmento de la explicación que he encontrado en la web "trastornohiperactividad":

"Los niños con TDAH son muy "movidos" e impulsivos, y tienen problemas para prestar atención y para concentrarse. Aún a pesar de intentarlo, son incapaces de escuchar correctamente, de organizar sus tareas, de seguir instrucciones complejas, de trabajar o jugar en equipo. El actuar sin pensar (la conducta impulsiva) provoca problemas con padres, amigos y profesores. Suelen ser niños inquietos, siempre en movimiento, incapaces de permanecer sentados mucho tiempo o con una constante inquietud (que se ve en tamborileo de dedos, movimiento constante de los pies o las piernas, etc.).

El TDAH afecta negativamente al rendimiento de estos niños en el colegio, así como a otros aspectos de su vida familiar y social."
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Muchos padres y maestros no dan importancia a estos síntomas y trastorno, impidiendo así que estos niños puedan desarrollar de forma adecuada su personalidad y aprovechar la oportunidad de recibir una formación y educación adecuada.

Otro enlace: APRENDIENDO CON TDAH

sábado, 8 de marzo de 2008

Resiliencia


Esta palabra es tan nueva que todavía no está en el Diccionario de la Real Academia Española. No obstante, en la red encontramos infinidad de sitios e informes que nos hablan de ella.

La Resiliencia es la capacidad del ser humano para sobreponerse a las dificultades, al dolor, al sufrimiento, en suma; a la adversidad. La palabra “Resiliencia” se ha tomado de la metalurgia y designa la capacidad de los metales de resistir a los golpes y recuperar su estructura interna.

Es un concepto que está entrando con fuerza en el mundo de la Inteligencia Emocional y Social ya que repercute directamente en la idea de que los problemas y dificultades pueden dejar de ser un lastre para el desarrollo humano y pasar a ser el estímulo para su consecución.

Desde el punto de vista educativo, incluir como objetivo conseguir una elevada resiliencia en los niños representa construir una estructura eficaz para la prevención de estados depresivos o violentos.

En el momento actual, la tendencia social es conseguir de forma fácil y rápida aquéllos deseos, caprichos y supuestas necesidades que nos ofrece el entramado consumista. Los niños que están habituados a conseguirlo todo con facilidad no desarrollan la capacidad de sobreponerse a las dificultades, al dolor, al sufrimiento que, inevitablemente, encontrarán en su vida de adultos.

Para desarrollar la resiliencia en los niños es menester desarrollar en ellos valores y conceptos elementales como una autoestima consistente, buena moralidad, sentido del humor, capacidad para relacionarse, independencia, introspección o capacidad de plantearse a sí mismo preguntas difíciles y darse respuestas honestas,etc.

Para saber más, podéis visitar estos sitios: Resiliencia, o este otro de Médicos en prevención.

También hay libros interesantes: Infancia y resiliencia, Resiliencia invisible, Los Patitos Feos: la Resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida

sábado, 10 de noviembre de 2007

Emociones y depresión infantil




Hoy tenía intención de referirme a la enorme relación que existe entre todas las actividades humanas y las emociones. Y lo quería hacer motivado por una actividad que estamos promoviendo en la FAPA y en las AMPAs de Ibi relacionada con la prevención de la drogodependencia.

Normalmente, pensamos en las drogas como productos y situaciones que se derivan de una gran variedad y cantidad de oferta que incita a su consumo a los más jóvenes, por ser los más vulnerables.

Normalmente se comienza con el alcohol, la "maría", el hachis, cosas asequibles por cantidad y precio.

Los padres, los educadores y la sociedad en general, tratamos de evitar que los jóvenes y niños se asomen a este sórdido mundo a través del miedo a sus consecuencias. Desde luego, es un motivo de disuasión, aunque no es un método eficaz en sí mismo.

Antes de conectar el ordenador, he sentido el impulso de ver las noticias de la televisión y, entre tantas noticias he de destacar una que era la que necesitaba para completar esta entrada: se está detectando un serio aumento de los casos de depresión infantil, algo que, al parecer, extraña a la sociedad en su conjunto. Siempre hemos asociado a la infancia como el período más feliz, con sus contadas excepciones, de la vida de un ser humano. O, al menos, con un período exento de preocupaciones vitales.

Sin embargo, cada día es menos cierto esto. La base para gozar de una buena salud psicológica estriba en el equilibrio y estabilidad emocional. Hasta los 14 años, esa estabilidad emocional la proporcionan los padres o el entorno familiar. Es fácil observar que cada día es más dificil que el entorno familiar sea capaz de garantizar el equilibrio emocional de los niños.

Si comenzamos por aceptar (y aquí cada uno haga su propio análisis) que los adultos no gozamos de total equilibrio emocional, que no siempre sabemos gestionar adecuadamente nuestras emociones y sentimientos, solemos caer en arrebatos y extremos en nuestras relaciones con la pareja y con los hijos, éstos últimos, que por fuerza tienen que aprender de nosotros, adquieren unas pautas de comportamiento que les llevan a repetir los patrones aprendidos.

El sistema social y económico, de consumo, que hemos adoptado, obliga cada día más a los dos cónyuges a invertir más tiempo en conseguir recursos para satisfacer las "necesidades" de hoy en día. Necesidades físicas y materiales, que son muy importantes, pero que no son, en su mayoría, vitales. Esto nos resta tiempo y motivación para atender las necesidades emocionales de nuestros hijos.

Si nuestros hijos no aprenden de nosotros pautas y habilidades sociales, cuando llega el momento de valerse por sí mismos en la sociedad, se sienten inseguros, o frustrados, o utilizan modos de relación basados en lo que han aprendido: intolerancia, insolidaridad, violencia, impaciencia para satisfacer los caprichos...

Esta insatisfacción personal, conlleva el deseo de compensarla buscando emociones que hagan sentir, aunque sea momentáneamente, algo parecido a la felicidad, a la satisfacción. Y el que busca, encuentra.

Y ahí les está esperando el destellante y luminoso mundo del alcohol y las drogas.
Y al final de todo, la insatisfacción y la depresión.

Todo esto es importante y se puede desarrollar y profundizar mucho más, pero no aquí. Ese es un trabajo personal de cada uno, o colectivo a través de grupos y asociaciones que comparten inquietudes. Nos quejamos de la sociedad, pero la sociedad somos nosotros mismos. Y las soluciones también las tenemos nosotros.

Para motivarnos un poco, ahí va este cuento:

La Isla de los Sentimientos

Había una vez una isla, en la que vivian todos los sentimientos y valores del hombre:
el Buen Humor, la Tristeza, la Sabiduría... Como también todos los demás, incluso el Amor.
Un día se anunció a los sentimientos que la isla estaba por hundirse.
Entonces todos prepararon sus barcos y partieron. Unicamente el Amor quedó esperando solo, hasta el último momento.
Cuando la isla estuvo a punto de hundirse, el Amor decidió pedir ayuda.
La Riqueza pasó cerca del Amor en una barca lujosísima y el Amor le dijo:
“Riqueza, ¿me puedes llevar contigo?”
"No puedo porque tengo mucho oro y plata dentro de mi barca y no hay lugar para ti."
Entonces el Amor decidió pedirle al Orgullo que estaba pasando en una magnífica barca,
“Orgullo te ruego, ¿puedes llevarme contigo?”
"No puedo llevarte, Amor..." respondió el Orgullo: “aqui todo es perfecto, podrías arruinar mi barca”.
Entonces el Amor dijo a la Tristeza que se estaba acercando:
"Tristeza te lo pido, déjame ir contigo."
"Oh Amor" respondió la Tristeza, “estoy tan triste que necesito estar sola”.
Luego el Buen Humor pasó frente al Amor; pero estaba tan contento que no sintió que lo estaban llamando.
De repente una voz dijo:
"Ven Amor, te llevo conmigo“
Era un viejo el que lo había llamado.
El Amor se sintió tan contento y lleno de gozo que se olvidó de preguntar el nombre al viejo.
Cuando llegó a tierra firme, el viejo se fue.
El Amor se dió cuenta de cuanto le debía y le preguntó al Saber:
“Saber, ¿puedes decirme quién me ayudó?”
“Ha sido el Tiempo” respondió el Saber.
“¿El Tiempo?" se preguntó el Amor,
“¿Por qué será que el Tiempo me ha ayudado?”.
El Saber lleno de sabiduría respondió:
"Porque solo el Tiempo es capaz de comprender cuan importante es el Amor en la vida".