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sábado, 30 de enero de 2010

¿Qué expresamos con el sexo?

Es innegable que el sexo forma parte muy importante de nuestra vida. Es uno de los principales anhelos del ser humano, debido que es la principal fuente de placer físico que conocemos.

Cuando, por primera vez, nos asomamos al mundo del sexo, durante la pubertad, lo hacemos influidos por nuestro entorno. En nuestra cultura cristiana y prejuiciosa, el sexo ha estado considerado tema tabú, tema de conversación incómodo cuando de hablarlo seriamente se trata.

No solamente en la cultura cristiana es considerado el sexo como una puerta hacia la degradación humana, sino que en casi todas las religiones ocurre algo similar, aunque es en la cristiana en la que encontramos una aversión más fuerte e irracional hacia este tema.

Es evidente que, como en todas las cosas, es el abuso lo que diferencia lo sano de lo enfermizo, dañino y patológico. Y también resulta evidente que, para un buen uso, lo mejor es la información y, sobre todo, la formación.

Y para formar, lo mejor es estar formado. Los padres tenemos la responsabilidad, la obligación, de formar a nuestros hijos e hijas. El tema sexual ha sido, hasta ahora, el tema más espinoso para tratarlo en familia. Tradicionalmente, en las familias se trata el tama con tanto sigilo que los hijos apenas ven a sus padres en posturas eróticas o de manifiesto cariño y emoción sensual. Y así comienza el proceso de considerar el sexo como algo vergonzoso o que debe permanecer oculto.

No se trata de vivir en promiscuidad, está claro. Pero lo ideal sería un término medio. El sexo forma parte de nuestra vida. Y es algo que puede determinar la felicidad o la insatisfacción de las personas. Y también está demostrado que una inadecuada aproximación y aprendizaje del sexo puede derivar en comportamientos sociales inadecuados y delictivos.

Es necesario, pues considerar el sexo con la seriedad y delicadeza que merece algo tan importante para el ser humano, sin caer en prejuicios, falsedades ni sinrazones, tanto en favor de su uso como en su contra.

La base para ello es comprender que lo esencial es el respeto. Respeto por uno mismo y por los demás. Y el derecho a un desarrollo sano y natural de cada una de las funciones y necesidades que conforman nuestra personalidad.

El sexo tiene sus ventajas y beneficios para la mente, la psique y el cuerpo. Pero también tiene los peligros de un mal uso. Y son las consecuencias de ese mal uso lo que debemos evitar.

Así, pues, más formación para un mejor disfrute.

domingo, 3 de febrero de 2008

Educación Sexual



Éste es, seguramente, el tema más espinoso y con el que más temor e inseguridad afrontamos los padres en general. Muchos son los factores que influyen en este hecho comenzando por la presión ejercida desde la educación religiosa que hemos recibido y que cuesta tanto de superar, de trascender.

Es evidente que lo mejor es tratar el tema con total naturalidad, tratando de responder a las preguntas de los hijos conforme se van planteando y adecuadas a su edad y comprensión.

También nuestra actitud respecto al tema, (cómo tratamos la sexualidad en las conversasiones familiares, si somos vulgares, si solemos chistear sobre él, si reflejamos miedos o sentimientos encontrados) influirá mucho en la confianza con que nuestros hijos tratarán el tema con nosotros.

La sexualidad es una realidad más en el mundo físico y afectivo del ser humano. El ser humano no es un animal más de la naturaleza. Somos la especie que ha trascendido el concepto de existencia, nos reconocemos como seres individuales y como seres capaces de influir en nuestro entorno. Podemos llegar a ser conscientes de nuestros pensamientos y sentimientos y disponemos de muchos medios de expresarlos.

La sexualidad es un medio más, tal vez el más potente, el que más energía mueve tanto a nivel físico como emocional. Es de tantísima importancia que ocupa más del 50% de nuestra atención consciente diaria en el primer tercio de nuestra vida. No es tan sólo el medio de reproducción de la especie. De su correcto desarrollo depende gran parte de nuestra felicidad.

Es labor de los padres educar a los hijos en todo lo que afecta a su crecimiento como personas, también en sexualidad. Y para poder educar, para poder enseñar, primero hay que aprender. Doy por sentado que un 90% de los padres no estamos suficientemente preparados para educar en sexualidad. Aunque, ciertamente, hacemos lo que podemos y no del todo mal.

En mi búsqueda de material para ilustrar esta entrada, he topado con este libro editado por CEAPA (Confederación Española de Asociaciones de Padres de Alumnos) que me parece adecuado par hacernos una idea de lo que engloba el concepto "sexualidad". Hay muy buenos libros editados sobre el tema y en la librería de vuestro barrio los podéis encontrar.

También son positivas las charlas y talleres que, desde las Escuelas de Padres, en las APA, se suelen ofrecer.

El primer paso es la inquietud, el interés por el tema. A partir de ahí comienza a funcionar el axioma: "pedid y se os dará".

Salud.