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jueves, 19 de noviembre de 2009

Un baremo del nivel educativo

Cuando surgen episodios de conflicto social, como el asunto del Alakrana, se puede apreciar en qué nivel cultural y social se encuentra un país. Y se puede apreciar también cuáles son los intereses que mueven a los partidos políticos que pretenden gobernarlo. Y los miedos que impiden a los que tienen esa responsabilidad reaccionar con asertividad y entereza frente al episodio en cuestión y frente a las voces agoreras que les gritan de todas partes para que cometan un error y se caigan. No importa el precio. Que se caigan.

El dilema al que tiene que enfrentarse cualquier persona con responsabilidades ejecutivas de gobierno es demasiado grande como para que se les juzgue sin más. Y encima, sin aportar alternativas.

Es bueno, cuando se considera cualquier asunto, conocer las causas y circunstancias que intervinen en él. Cuando en una familia los hijos (o hijas) cometen un error, quebrantan una norma o no hacen caso a sus padres, lo correcto es que se les haga ver que su comportamiento acarrea consecuencias desagradables. Y que deben compensar las consecuencias de sus errores. Sin violencias, con mucho amor, con el máximo respeto y con el mayor rigor.

Esa actitud en la educación de los niños y niñas, es la misma que habría que tener con los adultos que incumplen las normas sociales, las leyes que nos ayudan a convivir.

Es evidente que el pesquero Alakrana hizo caso omiso de las recomendaciones y advertencias de que no salieran de la zona de seguridad frente a las costas somalíes. Eso les convierte en responsables de sus propias acciones. Y, aunque es preciso hacer todos los esfuerzos para salvarles la vida, ellos o quienes tuviesen la responsabilidad de enviarles a zonas de pesca no seguras, deben hacer frente a su responsabilidad en los hechos. Han puesto en peligro y en evidencia las relaciones, siempre difíciles, de nuestro país con un país sin gobierno y sin ley. Sin contar con el esfuerzo de presupuesto y de vidas de militares que se ven obligados a arriesgarla para sacarles de situaciones que sólo ellos (los pescadores) han provocado.

Ahora, con lo del Alakrana, vemos qué es en realidad lo que pretenden y ansían los que desean el poder. Lo que molesta a los que viven situaciones análogas al secuestro cada día, y se les recrimina que opten por pagar su propio rescate. La frivolidad de los que creemos y coreamos a los que critican sin más una actuación que ellos mismos no hubieran resuelto de mejor modo.

Cada día se hace más patente la necesidad de una auténtica revolución social basada en la educación verdaderamente libre y democrática de los ciudadanos. Y ese cambio no lo van a promover los políticos, ya que a ellos les conviene que los ciudadanos continúen con los ojos velados por lo que les pueda fascinar: la ilusión de un bienestar basado en el consumo. Esa revolución sólo puede nacer promovida por los filósofos o por acontecimientos sociales traumáticos. Hasta ahora, creo que ganan los últimos por goleada.

¿Cuándo conseguirá la inteligencia regular las emociones?

Los piratas y la pesca, desde el punto de vista keniata

1 comentario:

Basseta dijo...

Interesantísima información la que hoy da Fernando Sanz en el diario financiero Cinco Días: Echebastar, la empresa propietaria del Alakrana, el atunero vasco cuyos 36 tripulantes han estado 47 días secuestrados en el Índico por piratas somalíes, facturó el año pasado 30,1 millones de euros y ganó 5,8 millones, un 298% más que el año anterior.

Echebastar tiene, según esta información, cuatro buques: Alakrana, Campolibre Alai, Elai Alai y Alkrantxu, y todos ellos operan en el Índico. En marzo pasado, el administrador de la compañía, Kepa Echevarría, escribía esto en la memoria anual de la empresa:

"Nuestra flota al completo opera en aguas del océano Índico; durante el presente ejercicio la inseguridad de la zona provocada por los ataques de barcos piratas ha complicado notablemente nuestra operativa diaria y supone un problema de dimensiones desconocidas para el sector y sus gentes. (...) Las buenas noticias, a pesar de los piratas, son que las capturas se han incrementado en un 31% con respecto al año anterior debido en gran medida a disponer de nuestra flota operativa durante todo el año. (...) Por otro lado, el problema de la piratería continúa con igual o más virulencia y los riesgos de ataques a nuestra flota siguen preocupándonos enormemente".

El armador, es evidente, sabía los riesgos que corría cuando decidió que el Alakrana se saliera del área de seguridad y por qué lo hacía. Por dinero, por mucho dinero.