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jueves, 21 de agosto de 2008

La Muerte como hija del Tiempo


La Ciencia se muestra cada día más audaz. Va perdiendo el miedo a imaginar y a considerar como posible todo aquello que puede ser concebido por la mente humana.

Acabo de leer "A través del Tiempo", de Brian Weiss, médico psicoterapeuta que alcanzó fama tras publicar su libro "Muchas vidas, muchos Maestros" en la que relata cómo tropezó, sin siquiera imaginarlo, con el mundo de las regresiones a vidas pasadas cuando una de sus pacientes retrocedió en sus recuerdos más atrás de su nacimiento, a una vida anterior.

La idea de la reencarnación no es nueva, ni muchísimo menos. Es un concepto que ha acompañado al ser humano desde siempre y que, sólo en momentos de oscuridad ideológica o fundamentalismos religiosos, ha sido abolida y erradicada de la cultura social. Sobre todo en el mundo Occidental.

El doctor Weiss ha llegado al convencimiento, a través del testimonio de sus muchos pacientes y de otros médicos en su misma situación, de que el ser humano es una entidad inmortal que cambia de soporte vital periódicamente conforme agota las oportunidades de crecimiento emocional, intelectual y espiritual.

Y muchos de los problemas, tanto físicos como psicológicos, que sufrimos son producto y resultado de experiencias dolorosas o traumáticas vividas en anteriores oportunidades. Así como las afinidades, simpatías o antipatías espontáneas entre las personas reflejan relaciones previas en anteriores encarnaciones.

Creer o no en estas cuestiones es fruto de una cultura, de una educación, recibida desde la infancia y que nos hace ver como lógica o como aberración cualquier idea.

Desde el punto de vista científico, cada día se hacen descubrimientos en el campo de la física cuántica y el de las matemáticas que demuestran que los conceptos del tiempo y el espacio no son, en realidad, como nosotros los percibimos. Que tanto el tiempo como el espacio son conceptos relativos cuyas propiedades varían en relación con otras fuerzas o variables, como la masa o la velocidad, que llegan a poner en entredicho la propia existencia del tiempo y el espacio.

Para los seres humanos, cuya inmersión en el materialismo exclusivo nos impide ver más allá de nuestros cinco sentidos, el tiempo se detiene cuando damos el último suspiro. Pero eso sólo ocurre cuando la Humanidad olvida sus orígenes, el principio energético del que procedemos y que hemos dado al olvido en los últimos 2000 años.

Platón, en el Mito de Er de su obra "La República", relata la historia de un soldado tras tener una experiencia de "cuasi-muerte".

Otros autores, como Elisabeth Kübler-Ross o Raimond J Moody, han escrito mucho sobre el tema, basándose en la propia experiencia en el trato con moribundos y gente con enfermedades terminales.

Para los que han vivido esas experiencias, su forma de afrontar la vida sufre un cambio radical, pasando a un primer plano en sus prioridades conceptos antes olvidados o menospreciados como el amor, la amistad, la alegría, la generosidad y el servicio a los demás.

A los que no estén conformes con este mundo materializado, les recomiendo investigar en estos campos, advirtiéndoles que, como en todas las actividades humanas, hay mucha paja entre el grano.

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