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domingo, 27 de diciembre de 2009

El Pacto educativo y la cultura del esfuerzo

Se acerca el momento en que se ha de plasmar la posibilidad o no de un Pacto de Estado sobre la Educación en España.

El Ministro, Ángel Gabilondo, ha apostado por él desde el principio de su compromiso con el Ministerio de Educación. Al no querer incluir en el borrador de este pacto los aspectos ideológicos más espinosos, demuestra su inteligencia y su conocimiento del tema y de las carencias del Sistema.

Desde la oposición y desde los sindicatos se valora mucho la inclusión en los puntos de discusión del acuerdo de la llamada "cultura del esfuerzo", una cultura en la que se potencia el compromiso y el esfuerzo del alumnado en el logro de los objetivos de su currículo. También se valora la inclusión de una mayor valoración de la "figura del profesor/a, su formación permanente, dotarle de recursos y promover la carrera docente".

A mí también me parece muy bien todo esto, así como el resto de los nueve puntos del Pacto. Pero yo incluiría también que se aplique el mismo criterio del esfuerzo al profesor/a, y que si no llega a un nivel adecuado, que se le suspenda y que vuelva a reciclarse, dejando su puesto a gente que sí cumpla con ese compromiso y ese esfuerzo. Siempre se hace recaer toda la responsabilidad del fracaso educativo sobre el alumnado, cuando todos sabemos que, en realidad, no hay malos alumnos sino malos profesores. Y eso se constata todos los días en los Institutos de toda España. En ellos vemos a profesores y profesoras que se esfuerzan en ayudar a sus alumnos a interesarse por su propia eduación, que cuentan con las familias facilitándoles el acceso y la participación, y que tratan a sus alumnos como a personas.

Y también vemos a profesores/as que no cumplen con su compromiso de esfuerzo, que desprecian a sus alumnos, que se limitan a dar su clase sin importarles si son comprendidas sus explicaciones, que no admiten la participación de las familias, que sólo creen en la cultura del "respeto a través del miedo", que son autoritarios, que resultan antipáticos y desagradables en el trato, que desprecian a los alumnos con baja autoestima, que no se comprometen con sus propios compañeros/as...

Todos lo sabemos, pero nadie quiere afrontar el tema con la suficiente valentía. Se nos dice que también hay padres que merecen palos. Y es cierto, pero de eso sí se habla. Y muy abiertamente. Sólo que, para ser padre o madre no se estudia y no se cobra por ello un sueldo del Estado.

Hasta que no entendamos que todos, padres, profesores, medios de comunicación y sociedad en general, todos somos educadores, que para educar hace falta la tribu, hasta que no entendamos bien esto, los pactos y los acuerdos serán incompletos e ineficaces. No es el dinero ni las instalaciones las que fomentan y favorecen una Educación de calidad. Son las personas, los educadores, los que marcamos la diferencia.

3 comentarios:

Domingo Méndez dijo...

Buena reflexión y atrevidos comentarios sobre la competencia de los docentes, de la que casi nunca se habla, porque se supone que todos somos buenos, pero solo presuntamente buenos.

Basseta dijo...

Algo que me ha llamado la atención siempre que he asistido a algún curso de formación (al acabar la Universidad) es la posibilidad que se brinda a los alumnos de calificar al profesorado al final de curso. De esta forma se les obliga a ser "buenos".

Iaenus dijo...

Ojala se haga bien pero no lo creo hay demasiadosa intereses porque nada cambie. Sera la propia generacion Y la que dentro de 10 años pida el cambio