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viernes, 5 de septiembre de 2008

Curso nuevo... barbaridades nuevas


Yo pensaba -créanme- que ya no era posible hacer las cosas de peor manera. Pero no contaba con la astucia de los que nos "mandan" en la Comunidad Valenciana.

Sí que estaba seguro que la asignaturita (porque no ha quedado en otra cosa) de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, esa de la que tanto abominan la Iglesia Católica y sus correligionarios políticos -¡tanto la temen!-, iba a dar mucho que hablar en el primer año de su implantación en los Institutos valencianos. Pero pensaba que todo giraría en torno a las posibles y teóricas objeciones de conciencia de algunos padres y madres temerosos.

Pues no, resulta que, para que nadie crea que en esta tierra no somos imaginativos, a la Consellería no se le ocurre otra cosa que instruir una circular interna para los Institutos en la que se les informa de que en las clases de EpC, además del profesor de Filosofía e Historia encargado de su desarrollo, habrá un profesor de inglés que se encargará de la traducción simultánea de dicha clase.

Sí, sí. ¡No se rían! Que esto es muy serio. La noticia ha caído como una bomba en los Centros, ya que habían establecido sus horarios lectivos en base a la Orden que estipulaba las dos opciones para dar la asignatura, y que fué suspendida por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad.

Todo esto no facilita que mejore el nivel de la tasa de fracaso escolar que sitúa a nuestra Comunidad a la cabeza de España en este tema.

Una nueva comprobación de que la sinrazón se ha revestido de poder.

¡Apañados estamos!

1 comentario:

Basseta dijo...

Ya me hubiera gustado a mí, cuando daba las clases de Catecismo previas a la Primera Comunión (palabra que tiene la misma raiz que "comunismo", por cierto), hubiera habido una persona, no necesariamente maestro, que se hubiera encargado de traducir simultáneamente las explicaciones de los catequistas a un lenguaje comprensible para los niños de 7 años que asistíamos atónitos a una serie de explicaciones totalmente crípticas: mis catequistas no supieron explicarme nunca lo que significaba la "lujuria", o eso de "contra pereza diligencia" o aquello de "no desearás a la mujer del prójimo". Hay que ver como cambian los tiempos.