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sábado, 5 de diciembre de 2009

Algunas historias de "El loco"

Hay un viejo adagio que dice que "si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas." Conocí este proverbio en mis años de juventud y caló en mí profundamente. No obstante, a veces se me olvida y digo algunas tonterías innecesarias.

Es por eso que, a veces, paso algún tiempo sin insertar nada en esta bitácora. Son momentos en los que estoy en proceso de digestión interna, de procesos personales de cambio, de momentos en los que se requiere de la quietud del silencio para no incurrir en errores mayores y para dejar madurar el fruto de mi Ser.

Sin embargo, no todo tiene que salir de mis labios o de mis manos. Siempre ha habido buenos pensadores, buenos filósofos y escritores que, antes que nosotros, han dicho cosas útiles y buenas que sirven de inspiración y aliento a los que miramos también hacia dentro.

En esos años de juventud, hubo un filósofo que me impactó: Gibran Khalil Gibran. Y un libro suyo lleno de pequeñas historias que hacen vibrar la parte más profunda de nuestro ser: "El Loco", del que ya inserté un par de narraciones anteriormente.

Me apetece compartir con vosotros algunas historias más.

Los dos sabios.

EN LA ANTIGUA CIUDAD de Afkar vivían dos sabios. Cada uno odiaba y despreciaba la sabiduría del otro, porque uno de ellos negaba la existencia de los dioses y el otro era creyente.

Los dos se encontraron un día en la plaza pública en medio de sus discípulos, y comenzaron a disputar y argumentar sobre la existencia o inexistencia de los dioses. Después de horas de discusión, se separaron.

Aquella noche, el incrédulo fué al templo y se postró ante el altar para implorar perdón a los dioses por sus errores pasados.

Y a la misma hora, el otro sabio, el defensor de los dioses, quemó sus libros sagrados porque había abrazado el ateísmo.


La zorra.


UNA ZORRA miró su sombra al amanecer, y dijo: "Hoy preciso un camello para almorzar."

Y pasó toda la mañana buscando camellos. Pero al medio día volvió a ver su sombra, y dijo: "Con un ratón me bastará."



El perro sabio.

CIERTO DÍA UN PERRO SABIO pasó cerca de un grupo de gatos.

Al aproximarse y ver que estaban muy entretenidos y no se habían dado cuenta de su presencia, se detuvo.

En ese momento, un gato grande y serio se levantó, miró a los demás, y dijo:

--Orad, hermanos; y cuando hayáis rezado y vuelto a rezar, y no tengáis dudas, entonces, en verdad lloverán ratas.

El perro, al oir estas palabras, se rió en su corazón y se alejó diciendo:

--¡Ah, gatos ciegos y locos! ¿Acaso no está escrito y no lo he sabido yo y mis antepasados antes de mí, que lo que llueve a fuerza de oraciones, fe y súplicas, no son ratas sino huesos?

1 comentario:

Basseta dijo...

Me ha gustado el del perro sabio.